EL CEREBRO ESTÁ SORDO

Queridos burros: Este es un mundo de cerebros. Mejor dicho, este es el mundo del cerebro. Todos tenemos un cuerpo compuesto por un gran número de órganos, llenito de órganos, casi todos imprescindibles para la vida. No somos como los coches de hoy en día, que podríamos despojarlos de más de mil piezas y mecanismos, todos ellos tecnológicamente estupendos, y seguiría funcionando y llevándote allí donde quieres llegar. Claro está, con grave riesgo para tu persona y las que comparten contigo planeta y deudas, que todas y cada una de las piezas están concebidas para velar por tu bienestar, seguridad y relajo. No para sacarte la pasta, no señor, no seas primitivo ni mal pensado. Para que tú y yo, que valemos para pelar plátanos y poco más, y que ya con el fuego y la rueda estábamos servidos, avancemos por la senda del progreso y la civilización, sin temores. Una senda que otros allanan para nosotros, dejándola lisa y sin trampas ni cunetas a las que iríamos a parar los ignorantes. Bien, pues a diferencia de los coches, nuestro cuerpo no tiene demasiadas piezas de las que prescindir sin que se resienta el conjunto, sin embargo parece que solo el cerebro recibe nuestra atención y así, cientos de miles, miles de millones de humanos, colapsan los hospitales del mundo para recomponer, reparar, extirpar y trasplantar esos miembros a los que no se presta atención. Desde que nacemos nos destrozan una infancia que pintaba bien chula para someternos a un proceso de aprendizaje centrado en el manejo del cerebro, para explicarnos todo lo explicable sobre su mundo y posibilidades, para ser más listo, saber más cosas, hablar mejor en muchos idiomas, entender cuando te hablan, llegar a tiempo a los sitios, contestar cuando te preguntan, no comerte los mocos, estar atento en misa, ir a la universidad para atiborrarte de pasta cuando salgas y mil cosas más con las que consolarnos hasta que hayamos olvidado por completo, que también tenemos un cuerpo que dice y pide cosas, casi siempre pecaminosas y estúpidas. Al final, hablan cuatro idiomas,( y digo hablan porque yo, lo que es correctamente, no hablo ninguno) alcanzan vida de provecho, reparten, sin pensarlo, la misma letanía que aprendieron sobre aquellos que les suceden, viven en ese mundo políticamente correcto que su cerebro fabrica para ellos, disfrutan de ese engañoso control que creen tener, crean para su cuerpo un futuro de seguridad y buenas pensiones mientras lo maltratan e ignoran en el presente, y su cerebro es ya totalmente incapaz de entender el idioma claro, directo, innato y olvidado del cuerpo que lo aloja. En este mundo gobiernan los cerebros, queridos burros, aunque yo creo que, la mayoría de ellos, estarían mejor en botes de cristal.