LA BIBLIA DE LOS LOCOS

Capítulo 3º
CAÍN Y ABEL.”El hombre tuvo relaciones con su mujer, la cual concibió, dio a luz a Caín y dijo: He tenido un hombre gracias al señor. Tuvo después a su hermano Abel. Abel fue pastor, y Caín agricultor. Pasado algún tiempo, Caín presentó al Señor una ofrenda de los frutos de la tierra. También Abel le ofreció los primogénitos más selectos de su rebaño. El Señor miró complacido a Abel y su ofrenda, pero vio con desagrado a Caín y su ofrenda. Caín entonces se encolerizó y su rostro se descompuso”
Teniendo en cuenta que Adán y Eva fueron creados, o formados, ya creciditos y listos para la reproducción, no sabemos si el asunto este de la coyunda les fue explicado por el Señor Dios, o si los dejó que aprendieran por su cuenta, como yo. Es natural que, después del desahucio, no tuvieran otro consuelo que darse cariño entre ellos, porque allí no había nadie más. El caso es que tenemos aquí dos hermanotes sanos y robustos, con todo un planeta a su disposición, que presentan sus ofrendas al Señor Dios. Y un Señor Dios que, sin que sepamos muy bien por qué, mira complacido a Abel y con desagrado a Caín. Es que los agricultores siempre han tenido mala prensa, y desde el principio de los tiempos parece ser. Es posible que sean algo brutotes y desconfiados, pero en aquel entonces no habían tenido tiempo ni para demostrarlo y claro, estas preferencias mal disimuladas solo traen rencores y envidias, y estos traen odios que luego acaban como acaban. No sé si será cierto eso de que esconde la Biblia mensajes cifrados, revelaciones secretas que solo los muy versados en la materia consiguen descifrar, el caso es que leyendo este capítulo yo no puedo dejar de imaginarme a Abel como un hombre alto, guapo, más bien rubio, de miembros proporcionados, mirada franca e inteligente y de buenos modales. A Caín, por el contrario, me lo imagino más bien chaparro, paticorto, de tez colorada, ojos hundidos y mirada esquiva, mal encarado y con una sola ceja de oreja a oreja. ¿De dónde me ha llegado a mí este mensaje? No lo sé, seguramente sean ideas preconcebidas por mi torpe cerebro. Por otra parte, es más que sorprendente que de los dos primeros humanos de pura cepa, Caín y Abel, porque sus padres no eran humanos, que los hizo el Señor Dios del polvo uno y de la costilla la otra, ya uno de ellos le cae mal al creador, ya ves tú. Al Señor Dios no le cae del todo bien el amigo Caín. Una vez terminada la trabajosa y sublime obra de crear el mundo no parece que al Señor Dios le agrade la dieta vegetariana que Caín le ofrece. Ha sido mucho el esfuerzo y ha de compensarse con algo de mayor sustancia y alimento, como los corderos de Abel. Yo pensaba que todo un Señor Dios misericordioso no podía tener sentimientos tan humanos, tan ruines diría yo, hacia los que son creación suya. Sigamos con la lectura.
“Caín dijo a su hermano Abel: Vamos al campo. Cuando se encontraron en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y le mató”
Esto se veía venir, se veía venir. Para ser Dios, yo lo veo falto de tacto. ¿Por qué dejar a Caín en mal lugar delante de su hermano facilitando las envidias y malos sentimientos? Si es un Dios que todo lo sabe y puede felicitar a Abel discretamente, tumbados a la sombra de alguna magnífica encina, mirando las ovejitas pastar mientras Caín se desloma bajo un sol de justicia labrando la tierra con su azadón, renegando de su perra suerte. Esto se nos va de las manos. Sobre la tierra, recién creada, tenemos una pareja de desobedientes y mentirosos, Adán y Eva. Caín, el primero de los nacidos de un padre y una madre, un asesino confeso. Y un cadáver, el de Abel. Aquí ya empieza a hacer falta un forense. Muerto Abel, que apuntaba buenas maneras, nuestra ascendencia es para hacer pocas fiestas y claro, tampoco se nos pueden pedir hazañas con semejante lastre en el expediente. Con estos orígenes no podía esperarse nada bueno. Seis días de intensa labor, creando aguas de arriba y aguas de abajo, creando tierra y firmamento, plantas y frutales, peces, reptiles, ganados, fieras, monstruos marinos, hombres, mujeres, de todo creó el Señor Dios pero no creó un vigilante. Un vigilante hacía mucha falta aquí.
Caín dijo al Señor:”Mi iniquidad es tan grande que no puedo soportarla. Tú me echas de aquí y tengo que ocultarme a tu mirada; errante y vagabundo andaré sobre la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará”. El Señor le dijo:” No será así; si alguien mata a Caín, lo pagará siete veces”.
A Caín le preocupa que alguien pueda matarlo pero ¿Quién puede matar a Caín? Como no lo maten su padre y su madre por desgraciado. Que yo sepa aquí no hay nadie más.
Puede pensarse también que todo esto no sea otra cosa que trucos de creador, para que parezca lo que no es y sea lo que no parece. Es decir, que teniendo el Señor Dios bien claro desde un principio que el hombre no había de descender de Abel, tan bellamente creado, si no de Caín el envidioso, por enriquecer el guión y conceder al hombre algún protagonismo, nos ha distraído con este drama fraterno y homicida. Pero claro, de ser así, no es amor y bondad lo que me inspira a mí el Señor Dios con este asunto de cargarse al bueno de Abel cuando ya su padre y su madre le habían cogido cariño. Eso sí, desconcertante, el Señor Dios es bien desconcertante. Podría pensarse, esperarse y hasta sospecharse un castigo de tomo y lomo para el amigo Caín, no olvidemos que estamos hablando del primer homicidio en la historia de la humanidad, con agravantes de alevosía y premeditación, y estas cosas han de cortarse de raíz, pero, y esto no hay razonamiento humano ni divino que lo explique, ni un pelo se le puede tocar al homicida. Andará errante y vagabundo por el mundo, seguramente con algún circo, y ya veremos si cómo trapecista llega más lejos que cómo labrador. Si ya en el principio de los tiempos tenemos enigmas semejantes, no me extraña que cinco mil años después necesitemos ocho enfoques, y pastillas para el dolor de cabeza, si queremos entender algo.
Yo empiezo a no creerme ni una letra. ¿Cómo puede ser que a todo un Señor Dios, capaz de crear obra tan sublime, le estén desmantelando el mundo entre tres desgraciados y una culebra?
LOS CAINITAS.”Caín se alejó de la presencia del Señor y habitó el país de Nod, al oriente de Edén. Caín tuvo relaciones con su mujer, la cual concibió y dio a luz a Henoc…”
¿Con su mujer? ¿De dónde ha salido esta hembra? Esta inesperada aparición de una hembra descontrolada sugiere improvisación por parte del escribiente, quien quiera que fuese, que escribió este capítulo. Así es difícil tomarse en serio un libro que es tenido por palabra de Dios. Bien está que haya que creerse, a base de mucha fe, que se hizo el mundo en siete días con todo lo que lleva dentro, pero si también las matemáticas empiezan a fallar aquí, no hay enfoque que lo soporte. El Señor Dios había creado ganado, fieras del campo, bestias, reptiles, plantas, y un montón de cosas más, pero en ningún sitio se dijo que formara más mujer que Eva. Lo raro es que habiendo otra mujer por esos andurriales, en este libro, no le echen la culpa de lo de Abel. Porque yo no me creo que, así por las buenas, Caín matara a su hermano de un estacazo. Ahora, si hay una mujer de por medio, la cosa cambia. Esto, supongo yo, es un relato figurado con intención de explicar lo que no tiene explicación, con intención de poner orden donde solo ha habido caos, o con otra intención ¿Qué intención? ¡Otra!
LOS SETITAS.”Adán tuvo de nuevo relaciones con su mujer, y esta dio a luz un hijo, a quien puso por nombre Set, porque Dios, dijo, me ha dado otro descendiente en lugar de Abel, al que mató Caín”
A ver si con este tenemos más suerte porque, con Abel muerto y Caín en el destierro, la vejez de Adán y Eva, los únicos manufacturados directamente por el Señor Dios y que tan alto apuntaban, pinta de lo más penosa. Por suerte para todos Caín anda lejos de aquí, errante y vagabundo, y Set podrá criarse sin tener que vigilar su espalda.
DE ADÁN A NOÉ.”He aquí la lista de los descendientes de Adán…”
Este capítulo, que nos transporta en el tiempo desde Adán hasta Noé, es una maraña de hijos, nietos, primos, suegros y consuegros que parece letanía de aldeano bien informado, de esos que podemos encontrar en cualquiera de nuestros pueblos, controlando las idas y venidas de toda persona o vehículo que se mueva. Informando de los mejores itinerarios, de la historia de personas y familias enteras y de sucedidos y acontecimientos que hayan tenido lugar en los últimos tres siglos. Una sola pregunta. ¿Sabría usted, buen hombre, dónde vive Juan Manuel? Y todo su conocimiento es puesto al servicio de la respuesta: -Sí hombre sí, Juanín, el hijo de Eusebio, que está casado con la prima de Pascual, el hijo de doña Matilde. Que vivieron muchos años en la casona de Don Demetrio, el médico. Aquel sí que era un buen médico y mejor persona, que si no llega a ser por él, a Ernestín, el del barrio de abajo, lo meten en la cárcel cuando le dio la pedrada al conductor del coche de línea. Dicen que cuando se retiró dejó a la paisana y se lió con esta otra, con la viuda de Don Anselmo, el practicante, que tenía un capital fuera de serie, que lo amasaron con el estraperlo después de la guerra. Anda que no hicieron perras… Y así, sin respirar, nos coloca la historia en Noé, nieto de Matusalén, aquel que vivió tantos años, que estuvo casado con…
HISTORIA DE NOÉ CON DILUVIO Y TODO.”Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron por esposas las que más les gustaron”
Ya empieza a ser costumbre en este libro, bien fea por cierto, aludir, de sopetón y por las buenas, a personajes y asuntos de los que no teníamos conocimiento ni sospecha, y seguir con el relato como si tal cosa. Se nos viene el diluvio encima por nuestra gran maldad, y sería cierto no lo niego, pero esto de los “hijos de Dios” de flor en flor, llevándose las hijas de los hombres, las que más les gustaban, no ayuda nada. Pero nada.
Los hijos de Dios y como hijos de Dios se quedaron con las mujeres que más les gustaron. No sé de dónde salieron estos invitados a la creación tan sedientos de bellas mujeres. Si eran hijos de Dios y podían escoger las más hermosas mujeres, también podían haberle echado una mano a su padre y evitar el carnaval en que se está convirtiendo la gran obra. Dudo mucho de la información que tenía el que escribió todo esto. Parece ser que en el principio, cuando la tierra era soledad y caos y las tinieblas cubrían el abismo, el Señor Dios no había estado tan desocupado como yo creía, que ya tenía unos cuantos hijos, que aquí lo dice bien claro.
“El Señor dijo: Mi espíritu no permanecerá por siempre en el hombre porque es de carne. Sus días serán ciento veinte”
Pues haberlo hecho de p v c, que no se pudre. Parece ser que el Señor Dios está algo desencantado con haber creado al hombre a su imagen y semejanza así es que, se acabó el vivir seiscientos, setecientos o mil años. Ciento veinte y listo, a excepción de Noé, que pudo vivir novecientos cincuenta años, por lo que supongo que enterró a todos sus bisnietos.
“Al ver el Señor que la maldad de los hombres sobre la tierra era muy grande y que siempre estaban pensando en hacer el mal, se arrepintió de haber creado al hombre sobre la tierra, y con gran dolor dijo: Exterminaré de la superficie de la tierra al hombre que he creado, hombres y animales, reptiles y aves del cielo, todo lo exterminaré, pues me pesa haberlos hecho. Pero Noé encontró gracia a los ojos del Señor”
Sí, va a ser mejor mandarlo todo a la porra que andar parcheando aquí y allá, porque se está desgobernando todo de una forma y manera que más que un Dios todopoderoso hace falta uno todo-paciencioso. Ahora bien, condenar al exterminio, por causa del hombre, a todo ser viviente, me parece excesivo. ¿Qué culpa tienen los animales, a excepción de la serpiente, de que el hombre le saliera tan pérfido y desobediente? ¿Qué culpa tiene una vaca, que pasa sus días pastando pacíficamente la verde hierba, la transforma en leche, la almacena en sus grandes ubres y regala nuestros paladares con su blanca y energética producción? Si la peor maldad que una vaca ha cometido en su vida es espantar moscas con el rabo y estas, las moscas, ya saben el riesgo que corren al revolotear por los alrededores de ciertos orificios. ¿Qué culpa tiene una linda paloma paseando su barriga, ahora en dirección norte, ahora en dirección oeste, ahora voy, ahora vengo y me doy la vuelta y vuelvo a venir? Tal vez en un vuelo rasante, incapaz de contener su esfínter y apurada por la desgraciada ingestión de una fruta en mal estado, se vio en la vergonzosa situación de aliviar su vientre sobre otro ser vivo que la fatalidad colocó en el blanco. No, decididamente no hay razón para incluir en el castigo exterminador a todos estos seres que inocentemente pululan por el planeta. Tiempo después, con más calma, el Señor Dios aminoró el castigo.
“Noé era un hombre justo, íntegro, y entre sus compañeros seguía los caminos de Dios. Engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. La tierra estaba corrompida delante de Dios y toda llena de violencia…Dios dijo a Noé: He decidido acabar con todo ser viviente, porque la tierra está llena de violencia por causa de los hombres. Voy a exterminarlos a todos ellos juntamente con la tierra. Hazte un arca de maderas resinosas…Yo voy a enviar sobre la tierra un diluvio de aguas para destruir a todo ser viviente que hay bajo el cielo. Todo cuanto hay sobre la tierra morirá. Contigo, en cambio, estableceré un pacto: Entrarás en el arca tú y tu mujer, tus hijos y sus mujeres. De todos los seres vivientes meterás contigo en el arca una pareja de cada especie…”
Este Noé, todo un ejemplo, justo, integro dice aquí y que se hace difícil de creer después de lo visto, fue quien nos libró de desaparecer del planeta y agradecidos debiéramos estarle humanos y bestias, que todos tuvimos cabida en el arca salvadora. No pudo el Señor Dios exterminarnos, a pesar de su monumental enfado y de que razones no le faltarían, no pudo, había en su corazón lugar para apiadarse aunque solo fuera de una parejita de cada. Es muy duro exterminar y destruir todo aquello en lo que has puesto la más grande ilusión, desterrar la esperanza, renunciar a todo. Muy duro.
“Era el año seiscientos de la vida de Noé, el día diecisiete del mes segundo, cuando irrumpieron todas las fuentes del abismo y se abrieron las compuertas del cielo. Y la lluvia cayó sobre la tierra por espacio de cuarenta días y cuarenta noches…Todo lo que tiene hálito de vida en sus narices, todo lo que habita la tierra seca, todo pereció. Todos los seres vivientes sobre la superficie de la tierra fueron exterminados; hombres y bestias salvajes, reptiles y aves del cielo desaparecieron de la tierra. Únicamente quedó Noé y los que estaban con él en el arca. La inundación de las aguas sobre la tierra duró ciento cincuenta días”
Desde luego, además de las obras del Señor Dios, también impresionan los castigos. Que, cuarenta días con sus noches con las compuertas del cielo abiertas y las fuentes del abismo sin parar, son mucho tiempo, mucho agua. Dice aquí que solo Noé y los del arca se salvaron, que perecieron todos los seres vivientes sobre la superficie de la tierra. ¿Y los peces? ¿También los peces perecieron? Porque no parece lógico que mueran los peces por causa del agua. ¿Acaso estaba el agua envenenada? ¿O es que por alguna desconocida razón el castigo no iba con ellos?
El caso es que las aguas permanecieron cubriéndolo todo durante ciento cincuenta días. Son muchos días para pasárselos recluidos en un arca de ciento cincuenta metros de largo por veinticinco de ancho y quince de alto, toda llenita de animales de todas las especies que pueblan la tierra, que yo creo que no caben, con sus graznidos, mugidos y rugidos, y lanzando al exterior, cada día, toneladas de excrementos. Me atrevo a imaginar que la situación era insostenible. Desde otro punto de vista, si tenemos en cuenta que Noé había vivido ya seiscientos años, para él, ciento cincuenta días vienen a ser tres semanas de las nuestras.
Creo además que, aún sin los animales, habría sido bien difícil la convivencia en el arca. Tres nueras juntas en un arca, con ciento cincuenta días para analizar, estudiar, comparar y juzgar a los hermanos, cuñadas y padres del que tienen por marido…Ciento cincuenta días para demostrar a su hombre que no es valorado por los suyos como él se merece. Ciento cincuenta días de letanía machacona. –Que a ti no se te tiene en cuenta. -Que tus hermanos siempre se salen con la suya. – A ti no te escucha nadie. –Mira tu cuñadita, siempre en el mejor catre. –A ti siempre te toca limpiar las mierdas. –Yo no tengo por qué aguantar caras de asco de las pedorras de cuñadas que tienes. –Tú podrías llevar este barco solo, pero te apoquinas. –Que mira que tu padre ya está mayor –Parece que no tienes sangre en las venas. –Pero a mí no, ¡eh! A mí esta familia tuya no me torea…
Tres nueras, ciento cincuenta húmedos días, en un arca. No sé si realmente hemos valorado en lo que vale la hombrada de Noé y esposa. No sé.
“Noé levantó un altar al Señor y, tomando de todos los animales puros y de todas las aves puras, ofreció holocaustos sobre él. El Señor aspiró el perfume agradable y se dijo: No maldeciré más la tierra por causa del hombre, porque los impulsos del corazón del hombre tienden al mal desde su adolescencia”
No hay nada que no pueda resolverse con una buena barbacoa y buena voluntad, aunque el amigo Noé debería andarse con tiento a la hora de asar pollos, que con esto del diluvio tenemos los justos para repoblar. Porque yo supongo que estas aves puras para el holocausto las habrían metido en el arca a mayores de las parejitas correspondientes. No quiero imaginar que lo primero que hiciera Noé después del diluvio fuera la extinguir un par de especies.
“Jamás volveré a castigar a los seres vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra, sementera y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche no cesarán más”
Bueno, también nos habríamos arreglado sin el frío, el invierno y la sementera. En fin que el Señor Dios no nos va a castigar más con semejante chaparrón, aunque sea nuestra conducta abominable y nuestro paso por la tierra una maldición. No sé qué dirán de esto los habitantes del planeta que se quedan sin casa dos veces al año por culpa de huracanes y riadas. El resto podemos apreciar en el presente que el Señor Dios está cumpliendo su promesa, a pesar de que nunca pudo imaginar lo lejos que el hombre podía llegar innovando en el apasionante mundo del mal y la barbarie. Demasiado confiado. ¿No?
Simple comentario, sin ánimo de juzgar: ¿Así es como creó Dios el mundo? Vaya una manera de complicar su pacífica existencia. Los hombres le salieron rematadamente desobedientes, las mujeres con demasiada iniciativa, la serpiente impresentable, Adán medio tonto, Eva una mentirosa, Caín un asesino. ¿De dónde se puede deducir que Dios es perfección? ¿De la creación de las bestias campestres? ¿Qué sería de nosotros si también las bestias hubieran comido del árbol prohibido?
En el principio, según se decía en este mismo libro, la tierra era soledad y caos y las tinieblas cubrían el abismo; y el espíritu de Dios aleteaba por encima de las aguas. Ahora, en tiempos de Noé, tenemos luz, y tarde y mañana, pero el resto a mí se me parece bastante.
Si es este libro una explicación ¿Qué es lo que explica? ¿A quién le queda claro? ¿Es que quien lo escribió entendía algo, fumaba hierba? ¿Qué fue del árbol prohibido? ¿Podríamos nosotros hacernos con un injerto?
Podría estar haciendo preguntas seis días y el séptimo descansar.
Lo sé, nada hay más triste, que cause más sonrojo que una persona, en este caso yo, intente razonar sobre aquello para lo que no está preparada. Una mente simple, sin cultivar, esperando captar con sus cavernícolas razonamientos un mensaje destinado solo para sabios. Espero con impaciencia el momento en que alguno de estos sesudos personajes que todo lo entienden, que estudian, manejan y comprenden el significado todo de la santa Biblia, decidan rescribirla con explicaciones al margen para los que, ignorantes como yo, no acabamos de ver la mano de Dios en todo esto y nos perdemos en lo literal. Espero que alguno de estos sabihondos, o todos, decidan contar la verdad y exculpar a Dios, si es que lo hay, de toda esta mascarada. La simple y pura verdad de que lo escrito en este libro no tiene que ver con otro Dios que el hombre. El hombre y su afán de poder, de dominio, de propiedad. El hombre y sus miserias. El hombre creado a imagen y semejanza de un Dios; la estupidez. Yo siempre he pensado que, después del diluvio, el Señor Dios nos creyó extinguidos y ya nunca más volvió por el sitio.
OTRA VEZ EN SUEÑOS.
En mi sueño acaba de terminar el diluvio. Las aguas han bajado y Noé sale del arca. Desde la montaña en la que encalló el arca, echa un vistazo a la tierra y se queda pasmado. Aquello que viene hacia él es un gorrino con botas de goma y gafas de sol. Adán, con aire campechano, camina monte arriba metiendo un curioso ruido con sus botas de goma llenas de agua. Cuando llega donde está Noé se quita las gafas y dice
-Así que tú eres el famoso Noé. Yo vengo hecho una sopa.
Noé está asombrado mirando al personaje y no es capaz de contestar.
-Menudo chaparrón eh? Voy a vaciar las botas que ya no puedo con ellas.
Por fin Noé es capaz de decir
-En seiscientos años que tengo no había visto llover así, ni nada parecido a ti. ¿Tú quién eres? ¿Cómo es que sigues vivo?
Adán le contesta. -Sería muy largo de contar. Yo soy Adán. Yo ya estaba aquí cuando el tipo este empezó las obras. Mucho antes de eso yo ya me pasaba la vida chapoteando en la charca. Por eso el agua no me molesta demasiado. Y sigo vivo porque no tengo nada que ver con este asunto entre los hombres y Dios. Es un buen tipo, a mí me regaló las gafas de sol y las botas, pero hay que andarse con cuidado, nunca se sabe muy bien qué es lo que está tramando. A ti, por lo menos, ya te había avisado del chaparrón este, y a mí me da lo mismo, yo me seco las botas y listo, pero al resto creo que se los ha llevado por delante. ¡Menudo genio!
Noé lo mira con asombro, perplejo con lo que Adán dice y habla de su Señor Dios mientras vuelve a ponerse las botas, se quita las gafas y pasea alrededor del arca, estudiando detenidamente la embarcación de la que ha salido Noé. Mientras, Noé, lo sigue con curiosidad, no acaba de creer que aquella criatura siga tan campante después del diluvio que, se supone, ha exterminado a todo ser vivo que no sea él y sus acompañantes en el arca. Adán lo mira y dice.
–Tienes un buen jaleo ahí adentro con tanto bicho.
– No me hables -contesta Noé –No puedes imaginarte qué temporadita llevamos ahí dentro.
– Todo sea por salvar el pellejo. Dice Adán.
– Pues no creas que ha sido fácil.-Dice Noé – que ahí dentro hay bichos que muerden, otros embisten sin aviso, los hay de picadura mortal, una odisea. Estamos vivos de milagro.
– Y nunca mejor dicho. Asiente Adán
– El Señor – dice Noé levantando la vista al cielo – está con nosotros. A su misericordia le debemos el estar aquí ahora.
– Desde luego – contesta Adán – esto del aguacero sí que ha sido cosa suya, ahora, misericordia, no sé yo si se le puede llamar. Y mientras decía esto limpiaba sus gafas en la túnica que Noé llevaba puesta.
– Era mucha la iniquidad entre los hombres – continua Noé – y el maligno gobernaba sus corazones. Si quieres algún trapo, ahí dentro tengo paños para limpiar eso que traías en los ojos.
No, no te preocupes. – Contesta Adán. – Ya veo que has estado escuchando a tu Señor Dios pero, para mi gusto, lo veo demasiado aficionado a la tabla rasa y a las medidas radicales. No te creas todo lo que dice. Yo conocí a tu abuela Eva. Nos corrimos algunas juergas cuando el tipo este la echó del paraíso. Una mujer estupenda, sí señor. – Adán se queda pensativo unos segundos y concluye – lo que te digo, demasiado radical para mi gusto, un temperamento algo voluble.
Noé escuchaba todo esto y miraba al horizonte, donde las aguas se retiraban lentamente y descubrían un planeta de desolación y cadáveres, ya sin ser vivo alguno que pudiera causar enojo al Señor Dios.
– Ahí tienes – le dice Adán –sin pecadores, todo para ti. Es una pena que no haya quedado nadie. Había gente interesante en esta fanfarria, ahora creo que te vas a ver un poquito solo.
– Mi Señor lo ha querido así. Contesta Noé mientras va recogiendo la poca leña húmeda que hay a su alcance. La envuelve en una especie de yesca que saca de su túnica y se dispone a encender un fuego sin dejar de murmurar alabanzas al Señor Dios.
– Hombre- dice Adán. –Si vas a preparar algo, yo si me apuntaría a un bocadito.
– No es para comer. Contesta Noé. –Es para hacer ofrendas a mi Señor.
– Bueno, entonces me voy, quiero ver cómo ha quedado la obra después del aguacero. No quiero andar por aquí cuando soltéis esa recua y aparezca el tipo este con sus órdenes.
Adán se encasqueta las gafas, saluda a Noé con su pezuña, como lo haría un soldado perezoso, y se va monte abajó por donde había llegado, dejando a Noé restregándose los ojos, intentando saber si es verdad o alucinación el gorrino con gafas de sol y botas de goma que ve alejarse silbando entre dientes.