¿HAY ALGUIEN MÁS?

 CAPÍTULO 1º

Entre nosotros y antes de empezar, que no quiero parecer más listo que nadie, ni asegurar nada. ¿No se está llenando esto, el entorno, el hábitat cotidiano, de gilipollas? Gilipollas en el más amplio significado de la palabra, el que engloba a mal educados, a necios, ridículos, sin voluntad propia ni otro criterio que el que les prestan. Lo que yo, como orco reconocido, llamo ovejas estúpidas Contra las ovejas no tengo nada, que buenos jerséis he gastado de su lana.

O yo estoy sufriendo una especie de pesadilla cognitiva que me hace ver y creer lo que no es, o aquí se está extendiendo una pandemia mucho más contagiosa que la gripe española. Parece ser que le llamaron española porque la prensa española fue la que más difusión le dio en sus inicios. Pues ya tiene algo en común con esta de la que yo hablo, que también la prensa la difunde y extiende con afán incansable. Es verdad que esta, la gripe estúpida, no mata, de momento, pero acabará con el mundo tal y como lo conocía, tal y como lo esperaba cuando salí de la escuela.

Como también es posible que esté yo del todo equivocado (que no lo creo) me muevo en este nuevo entorno con cautela, vigilante. Al principio me costaba guardar silencio en según qué circunstancias y creer lo que veía, pero ahora, como los memos se están reproduciendo como las ratas, ya no. He aprendido a ver al rebaño haciendo, diciendo, sufriendo, aceptando y colaborando en autenticas estupideces, y yo calladito, como si no fuera conmigo, que en realidad no va. Parece una invasión alienígena de aquellas que en los setenta causaban furor en el cine, que no sabían si el que tenían delante era o no era humano. Ahora es todavía peor, porque es real, y nunca sabes si hay alguien más que ve y cree lo que tú. Entonces tienes que esperar a ver si abre la boca y dice algo inteligente o, por el contrario, también tiene el cerebro de porexpan. Solo soy un orco intentando pasar desapercibido, porque está pero que muy mal visto el tener criterio u opinión distinto del que promueven medios de comunicación, instituciones públicas, tribunales, asociaciones, clubs de amigos del oso hormiguero y todo zurriburri que se tenga por persona progresista, moderna, culta, preparada, idiota.

Hasta aquí el prólogo, que diría un escritor, de aquí en adelante las tonterías acostumbradas de este que firma.

CASO PRIMERO.  RUFUS, EL PERRO ASESINO.

Rufus es el nombre de un perro propiedad de la Universidad de Minnesota. Rufus nació como resultado de un experimento llevado a cabo en esta universidad. A partir del cruce de aquellas razas más agresivas y detestables del universo canino y de algunas mezclas clandestinas en tubos de ensayo, se consiguió dar vida al perro más fiero, asesino y despiadado de todo el mundo conocido. Rufus es un perro de ochenta centímetros de alto, cincuenta kilos de peso, cinco patas, rabo con pinchos, cabeza más que grande y boca con siete filas de dientes. O sea, un perro, lo que se dice un perro, no es. Se alimenta diariamente con ocho kilos de carne fresca y huesos, frutos secos, cola cao, donuts y bicarbonato. De vez en cuando, siempre hay despistes, enriquece su dieta descuartizando al cuidador que le da de comer. Por esta razón el puesto de cuidador de Rufus es recompensado con un estipendio que dobla al que recibe el rector de la misma universidad. Rufus fue concebido como parte de un proyecto más ambicioso. El proyecto pretendía alcanzar conclusiones definitivas sobre la locomoción del cuerpo humano, su evolución en el tiempo y la cantidad de estupideces que nos venden. Para realizar este proyecto se escogió, como campo de pruebas, el tramo del camino de Santiago que discurre entre Burgos y Astorga. Hasta ese lugar se desplazó todo un equipo de investigación. Cuarenta y siete estudiosos entre analistas, biólogos, antropólogos, científicos de distintas aéreas, médicos, veterinarios, mecánicos, cocineros, periodistas, tertulianos y Rufus. Además de una pareja de la guardia civil, por si las moscas. Por aquí pasan a diario cientos de peregrinos de toda catadura y condición. Muchos de ellos circulan ayudándose, según dicen, con un par de bastones. Estos bastones son de gran ayuda en parajes alpinos, nevados y resbaladizos, en andurriales escarpados y de fuerte pendiente pero es dudoso el beneficio que pueden ofrecer en esta estepa llana y sin accidentes. Aún así, caminan ellos haciendo penitencia con sus dos bastones, pin, pan, pin, pan, pin, pan. Para intentar descubrir si dos bastones favorecen el desplazamiento o no lo favorecen, se colocó estratégicamente a Rufus en una jaula de acero reforzado y apertura a distancia, de tal forma que el peregrino penitente pudiera ver lo que se le venía encima al abrir la jaula y contara con tiempo suficiente para rezar sus plegarias. Se insertó un interruptor cerebral de amplio espectro en la hipófisis de Rufus con objeto de desconectar al bruto antes de que se merendara al peregrino y poder volverlo a su jaula. El experimento se prolongó a lo largo de tres semanas en las que Rufus abandono la jaula un promedio de treinta veces por día. Después de estas tres semanas el proyecto se suspendió por falta de peregrinos. Se había corrido la voz.

 Las conclusiones fueron claras. De cuatrocientas carreras realizadas por Rufus, el setenta por ciento de los peregrinos reaccionaron lanzando los bastones al aire y emprendiendo carrera meteórica. Lo que indica claramente que a la hora de desplazarse rápida, cómoda y eficazmente por terreno llano, los bastones no hacen falta. Un diez por ciento se quedaron paralizados de terror y sin soltar los bastones. Lo que indica que tampoco sirven de nada en situaciones paralizantes. Otro diez por ciento tropezaron con ellos quedando a merced de la bestia, causándose daños y lesiones sin que Rufus les tocara un pelo. Un dos por ciento puso rodilla en tierra y clamó misericordia a su Dios. Un dos por ciento plantó cara a Rufus usando los bastones como arma defensiva. Esto muestra una situación en que los bastones serían de provecho. Otro dos por ciento ni se enteró de que Rufus andaba suelto. El cuatro por ciento restante emprendió carrera meteórica con bastones y todo y nunca más se supo. Fuera de las conclusiones quedó el caso de un hombre que, no siendo peregrino, paseaba por los campos con un cayado de roble observando el panorama y que ante la carrera furibunda de Rufus le planto cara con el cayado en alto al grito de “ven pacá, cuaguen la puta que te parió”

Tras dar por finalizado el trabajo de campo se realizó una encuesta entre las víctimas de la empresa para conocer de primera mano sus impresiones y las causas de su conducta. Tras horas de grabaciones el equipo no pudo llegar a ninguna conclusión, ni sobre la reacción espontanea ante la bestia furibunda que era Rufus, ni sobre la causa que los movió caminar por la meseta arrastrando dos bastones como idiotas. Parece ser que en su mayoría se sentían más guapos, modernos, competitivos, dinámicos, y televisivos con dos hierros del ártico que con un cayado de peregrino al uso. Nada que ver con la efectividad en lo que a la locomoción se refiere. Es curioso también y muy a tener en cuenta que las conclusiones del proyecto vienen a coincidir, punto por punto, con lo que había anticipado, antes del comienzo, el cabo de la guardia civil allí presente con bien pocas palabras. “Estos, si se pone de moda andar para atrás, para atrás andan”

La noche anterior a la partida del equipo de investigación de la universidad de Minnesota de vuelta a su campus, allá en las praderas del medio oeste, Rufus se escapó de su jaula. Habría sido una auténtica noche de terror, con aquella criatura de laboratorio suelta sembrando el terror por la contorna, de no ser porque se topó de morros con una piara de jabalíes cruzando la carretera. Estos, en defensa propia, le dieron la somanta de su vida y volvió al campamento hecho unos zorros. Las cinco patas que tenía, le parecieron pocas para salir zumbando de entre aquella banda de cochinos castellanos. Al día siguiente se lo llevaron entre algodones. Rufus, el perro asesino, se volvió a Minnesota molido y manso como un cordero.

Haya salud y suerte.

 

2 thoughts on “¿HAY ALGUIEN MÁS?

  1. Cuando comencé a leer esto, pensé que Rufus podía hacer buena labor en el congreso de los diputados. Pero ya veo que es un cobardica.

  2. ¡Has vuelto! Me encantó. Deprimente y alentador, por lo de la risa.

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