CONCLUSIÓN

Estamos de acuerdo en la obra en que es relativamente sencillo llegar a una conclusión. A veces la conclusión es errónea, a veces no. La verdad es que no se necesita demasiado esfuerzo. El cerebro es bastante rápido sacando conclusiones. Nos hemos pasado la mañana componiendo una.
Conclusión: “España es un país de marranos”
Vamos a desarrollarla. No todos los españoles son marranos, es cierto. Se puede llegar a esta conclusión después de observar baños y retretes públicos. Es indiferente que el baño en cuestión esté en un bar, en un hospital, o en una refinería de petróleo. Yo los he visto. También es verdad que unos pocos marranos se hacen notar entre miles de españoles bien nacidos y con educación.
Me cuesta mucho soportar la devastación que a su paso van dejando esta manada de bestias campestres. Porque yo a eso le llamo devastación. No puedo imaginar que actividades o rituales llevan a cabo, estas bestias, en el interior de los servicios públicos. Ya la entrada lo sobrecoge a uno, porque si lo que llevas puesto en los pies no es calzado de invierno, es mejor darse la vuelta y aguantarse las ganas. El suelo está cubierto con un dedo de sopa amarillenta que has de surcar chapoteando. Y no son los pies los que más sufren, son las narices, porque el hedor concentrado (en los baños el hedor siempre se concentra, el ambientador se dispersa, pero el hedor se concentra) entra por ellas. Intentas respirar lo menos posible, sin abrir la boca, porque este hedor, si lo aspiro por la boca, me provoca el vómito. Esto es la entrada. El interior es una pura orgía de orina, mierda y papel higiénico. Da la sensación de que ha estallado una bomba en el retrete. No quieres tocar nada ni oler nada, cierras las vías respiratorias, las bloqueas, las sellas, pero el hedor te entra por las orejas. Orinar dentro de la taza queda fuera de lugar. Me dan ganas de usar mi chorrito para lavar los azulejos. Hay mierda mirándome desde los azulejos, muy por encima de mi cabeza. ¿Cómo ha llegado esa mierda ahí arriba? También hay dos moscas, intentan acercarse a mi cara. Solo Dios sabe dónde se posaron antes. Bueno lo sabemos todos. Con este ambiente tal vez sería mejor abrir la bragueta y orinar sin manos, libremente, danzando y chapoteo en todas direcciones, invocando entre alaridos alguna deidad, que seguro que la hay, gobernadora de esfínteres y amante de ceremonias guarras. Liberándome de prejuicios y escrúpulos para igualarme con el marrano salvaje que estuvo aquí antes que yo. Para sentir mi cuerpo entregado a la más asquerosa bestialidad
No quiero seguir desarrollando esta conclusión. Quiero irme a casa, ducharme y tirar estos zapatos.
Haya salud y suerte.