LA BIBLIA DE LOS LOCOS Capítulo 4º

PACTO DE DIOS CON NOÉ.”Dios dijo a Noé y a sus hijos: Sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra… Yo establezco mi pacto con vosotros, con vuestros descendientes… Solo una cosa no debéis comer, carne que tenga aún dentro su vida, esto es, su sangre. Yo pediré cuenta estrecha de la sangre de cada uno de vosotros; se la pediré a los animales y al hombre: a cada uno le pediré cuenta de la vida de su hermano… Este es mi pacto con vosotros: Ningún ser viviente volverá a ser exterminado por las aguas del diluvio, ni volverá a haber diluvio que arrase la tierra… El arco iris aparecerá en las nubes, y yo, al verlo, me acordaré de mi pacto perpetuo entre Dios y todos los seres vivientes de la tierra.”
Llenad la tierra, bueno, pues la tierra la hemos llenado. ¿Y ahora? No dejó dicho qué tenemos que hacer ahora, una vez la hemos llenado. También hemos vaciado de sangre unos cuantos bichos antes de comérnoslos. Una vez vaciados, a alguien se le ocurrió hacer morcillas, y no sé si con esto se ofende o no al Señor Dios, porque se come la sangre, pero no dentro del bicho. Otros nos los hemos comido con sangre y todo. Tampoco parece que tuviera el Señor Dios mucha fe en su propia memoria. Otros se hacen un nudo en el pañuelo para recordar algo importante, el Señor Dios crea el arco iris, y parece que este sí le quedó bien, que hasta hoy no ha necesitado retoque alguno. Tampoco es que el hombre haya demostrado tener mucha memoria, algunas cosas las recordamos mejor que otras. Lo de ser fecundos no se nos ha olvidado, lo demás no sé yo.
LOS HIJOS DE NOÉ.”Los hijos de Noé salidos del arca fueron Sem, Cam y Jafet. Noé fue agricultor y plantó una viña. Bebió su vino, se emborrachó y se quedó desnudo en el interior de la tienda. Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre y corrió afuera a decírselo a sus hermanos. Sem y Jafet tomaron un manto, se lo echaron sobre la espalda y, yendo hacia atrás vuelto el rostro, cubrieron, sin verla, la desnudez de su padre. Cuando Noé despertó de su borrachera, se enteró de lo que había hecho su hijo menor, y dijo: ¡Maldito sea Canaán! Sea el último de los esclavos de sus hermanos. Y añadió: ¡Bendito sea el Señor Dios de Sem! ¡Que Canaán sea su esclavo! ¡Haga Dios que se propague Jafet, que habite en la tienda de Sem y que Canaán sea su esclavo!
Nos hablan aquí de borrachera, la que se cogió el bueno de Noé. No es de extrañar, el acabar dándose a la bebida, después de vivir todo un diluvio y tener sobre tus espaldas la supervivencia de toditas las especies. Demasiada presión. De todos es conocido el lamentable estado en que uno se despierta después de una buena juerga, la resaca y el humor de perros. La de Noé debió ser una borrachera de tomo y lomo a juzgar por el humor con que se despertó. Después de beber sin sentido y bailar en pelotas por la tienda, se despierta como un energúmeno y no se le ocurre nada mejor que pagarlo con el tonto de Cam, que se fue con el cuento a sus hermanos. Dos chivatos como él, por lo visto, que entran en la tienda con un manto a las espaldas, yendo hacia atrás, vuelto el rostro para cubrir sin verla, la desnudez de su padre. Dos neuróticos, me parecen a mí, escandalizados de la desnudez de su propio padre. A cambio Noé los cubre de gloria y esclaviza al infeliz de Cam.
Según documentación que obra en mi poder, el consumo excesivo de alcohol puede producir episodios de priapismo y es posible que, tras los excesos de la víspera, amaneciera el bueno de Noé con la moral por todo lo alto, el arma en ristre, y que su hijo Cam, un poco estúpido, se fuera con el cuento a sus hermanos, pero resulta algo curioso tanto escándalo viniendo como vienen estos personajes de compartir ciento cincuenta días de encierro en el arca. Acaso allí, en el arca, con sus mujeres, miles de animales y muy poco sitio para intimidades, ¿No vivieron situaciones tanto y más comprometidas que esta? No parece que aquella dura experiencia les sirviera de mucho a juzgar por las tonterías en que aquí se ocupan.
¿Y este Noé es el que el Señor Dios escogió de entre todos los humanos para sobrevivir al diluvio? ¿Un hombre que le pega al vino y padece severos brotes de mal humor? Yo tenía entendido que era un tipo justo, integro y no sé cuántas cosas más. Eso sí, con un pronto que…
LOS PUEBLOS DE LA TIERRA. “Esta es la descendencia de los hijos de Noé.”
He aquí otra lista de hijos y nietos que fundan ciudades y naciones, y que parece ser, fueron el origen de los distintos pueblos que en el mundo han sido. He aquí un estupendo arsenal para aquellos que, teniendo un hijo, deseen colocarle un bonito nombre bíblico.
LA TORRE DE BABEL.”Toda la tierra hablaba una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres al emigrar de oriente, se encontraron una llanura en el país de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: ¡Ea! Hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego. Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras, y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: ¡Ea! Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos famosos y no andemos más dispersos por la tierra.”
Una misma lengua en toda la tierra. Todos a una colaborando. Parece que el diluvio cambió algo las cosas. Aunque ya entonces tenía el hombre ese desmesurado afán por conseguir la fama. Ese mismo afán que hoy es peste y plaga.
“El Señor descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando, y dijo: He aquí que todos forman un solo pueblo y hablan una misma lengua, y este es solo el principio de sus empresas. Nada les impedirá llevar a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y confundamos su lenguaje para que no se entiendan los unos con los otros.”
Pues el que no entiende aquí nada soy yo. No hace demasiado tiempo veíamos al Señor Dios apesadumbrado por la maldad del hombre y sus disputas, porque la violencia reinaba sobre la tierra. Encolerizado abriendo las compuertas del cielo para poner fin a la barbarie. Ahora sin embargo, tampoco parece agradarle el que piensen como un solo pueblo, que hablen y se entiendan en una misma lengua. Así es que, para favorecer el prospero negocio de las academias de idiomas, confunde sus lenguas preparando un guirigay en el que llevamos cinco mil años. No me parecen a mí muy normales estos cambios de opinión. Tal vez la soledad del Señor Dios, el vivir solo acaba dando al individuo un carácter, unas costumbres y manías que no tienen fácil explicación para el resto, mucho menos en este caso. ¿Cómo podemos unos simples mortales entender las motivaciones y conductas de un Dios todo poderoso? Por eso yo ahora, en estos tiempos que vivimos, me pregunto si no será un error el camino que llevamos. Si este afán que tenemos por entendernos unos con otros y hacer del inglés un idioma universal no será causa de la ira del Señor Dios, si no nos acarreará otro de sus castigos. Yo, por si acaso, aviso.
LOS ASCENDIENTES DE ABRAHÁN, CON H INTERCALADA.
De nuevo el escribiente nos regala una buena lista de nombres y números para colocarnos en lo que el libro llama historia de los patriarcas, con Abrán como primer protagonista. Hasta aquí, hasta Abrán, todos éramos unos. Cristianos, judíos y musulmanes. Es a partir de aquí que la cosa se nos complicó.
VOCACIÓN DE ABRÁN, SIN H INTERCALADA.”El Señor dijo a Abrán: Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, y vete al país que yo te indicaré. Yo haré de ti un gran pueblo; te bendeciré y engrandeceré tu nombre. Tú serás una bendición… Por ti serán bendecidas todas las comunidades de la tierra… Abrán partió, como le había dicho el Señor, y Lot se fue con él. Tomó consigo a Saray, su mujer, y a Lot, su sobrino, con todas las cosas que poseía y los esclavos adquiridos en Jarán. Y se pusieron en camino hacia la tierra de Canaán.”
No sé qué pensaría de esto Teraj, padre de Abrán, pero estoy seguro de que hoy muchos padres agradecerían que el Señor Dios se llegara hasta sus hogares y dijera a sus hijos: “sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre”, y búscate un piso, que tienes cuarenta y tres años.
No sabemos qué es lo que pretende el Señor Dios sacando al pobre Abrán de su pacífica existencia para lanzarlo a un peregrinaje desbocado, que según dice este capítulo, desde Canaán se fue a Siquén, de Siquén al oriente de Betel, y de Betel partió en dirección a Negueb, haciendo ofrendas, levantando altares y siguiendo siempre las directrices de su Señor Dios. Vete allí, sube a la montaña, levanta un altar, bájate al río, vuelve atrás, mata un cordero, acércate al pozo, tira dos veces, retrocede a la casilla diecisiete. Se diría que el Señor Dios gusta de jugar a la oca. En fin, veamos a dónde nos lleva la historia de este Abrán al que el Señor Dios tiene en tan alta estima, que en un solo párrafo le ha dado más bendiciones a él que en todo lo anteriormente leído.
ABRÁN EN EGIPTO “Hubo un hambre en aquel país, y Abrán bajó a Egipto para estarse allí porque el hambre se había agravado en el país. Al llegar allí dijo a Saray, su mujer: Mira, tú eres una mujer muy hermosa. Tan pronto como te vean los egipcios, dirán: Es su mujer; a mí me matarán y a ti te dejarán con vida. Por favor, di que eres mi hermana, para que se me trate bien gracias a ti, y en atención a ti respeten mi vida…”
De lo anterior se deduce que los habitantes de Egipto, los egipcios, eran unas malas bestias que rezumaban lascivia por cada poro de su piel, incluido su Faraón que fue quien quiso quedarse con la supuesta “hermanita” de Abrán. O bien sufrían en aquel país una escasez de hembras asfixiante que hacía peligrar su futuro como nación, y por eso estaban dispuestos a cualquier cosa, incluido el homicidio, si así se procuraban una. Hoy día, a pesar de que el número de mujeres es muy superior al de hombres, sigue habiendo sin embargo infinidad de mentalidades egipcias que, no conformes con la que como mujer han elegido, están siempre dispuestos a quedarse con la de otro.
A cambio, Abrán recibió buen trato y un sustancioso capital entre ovejas, bueyes, asnos, siervos, siervas, camellos y asnas, así lo dice el libro.
“Pero el Señor castigó con grandes plagas al Faraón y a su casa por lo de Saray, la mujer de Abrán.”
El Faraón en cambio recibió todo tipo de plagas por pensar con los huevos.
Y es que ante el Señor Dios, Él sabrá por qué, hay asuntos en los que no sirve de nada alegar ignorancia.
“El Faraón mandó llamar a Abrán y le dijo: ¿Qué me has hecho? ¿Por qué me dijiste que era tu hermana, dando lugar a que yo la tomase por mujer? Ahí tienes a tu mujer, tómala y vete. Y el Faraón dio órdenes a sus hombres, que lo condujeran a la frontera, y con él a su mujer y todo cuanto poseía.
Algo fullero me está resultando a mí este Abrán, que no dice aquí si contestó algo a las razonables preguntas del Faraón. Seguramente andaría cabizbajo diciendo con la boca pequeña; verá usted señor Faraón, es que yo creí, que pensé, que me habían dicho, pero que fue sin querer oiga. Y se largó de Egipto pero sin devolver un céntimo del botín obtenido con el engaño. ¡Angelito!
Nunca se me habló a mí de la Biblia reflexionando o poniendo en tela de juicio los castigos y las plagas que recibe un Faraón ignorante de la verdad como consecuencia de las mentiras de un elegido. O explicando cómo es que un elegido del Señor Dios se enriquece haciendo pasar a su esposa por hermana, que casi roza el proxenetismo la cosa. Desde luego, cuando cuentas con el cariño y la preferencia del Señor Dios, todo tiene otro color.
REGRESO A PALESTINA “De Egipto Abrán subió al Negueb con su mujer, con todo cuanto poseía y con Lot. Abrán se había hecho muy rico en ganados, plata y oro… Lot, que acompañaba a Abrán, tenía también rebaños, ganados y tiendas. El país era insuficiente para poder estar los dos allí; tenían demasiados bienes para poder habitar juntos. Surgieron discordias entre los pastores de Abrán y los de Lot.”
Se fueron muertos de hambre y vuelven con tantos rebaños y ganancias que no caben en el mismo país. Surgieron discordias dice aquí. Si es que tanta abundancia en casa del pobre ya sabemos todos a lo que lleva. Antes, en la miseria, eran uña y carne, ahora la abundancia les causa problemas. Lo decía mi abuela: A la que nunca tuvo bragas, las costuras le hacen llagas.
“Abrán se estableció en la tierra de Canaán y Lot en las ciudades de la vega, llegando con sus tiendas hasta Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran unos malvados y grandes pecadores contra el Señor.”
Lot que se nos va con sus pertenencias a la vega del Jordán hasta Sodoma, ciudad de malvados y pecadores, como no podía ser de otra manera con semejante nombre. Abrán mientras tanto…
“El Señor dijo a Abrán: Levántate, recorre el país a lo largo y lo ancho, porque a ti te lo voy a dar.”
Y Abrán contestaría: Señor Dios, que tenga usted en cuenta que es mucho ganado y hacienda lo que llevo conmigo, que salir a recorrer a lo ancho y a lo largo, así, solo por recorrer…Que yo ya tengo una edad.
Y aquí estamos otra vez con el jueguecito de la oca. También tiene sus desventajas lo de ser elegido por el Señor Dios. Es que no para quieto este Abrán.
BATALLA DE LOS CUATRO REYES.
Se habla aquí de cuatro reyes, aunque en el relato aparecen más de una docena de reales majestades, que es costumbre en este libro el dar más nombres y datos de los que se pueden asimilar. Los cuatro del enunciado, parece ser que un poco artos de lo que fuese, formaron equipo y decidieron dar un repasito por el valle y sus aledaños, repartiendo estopa a la diestra y a la siniestra, algo muy común entre aquellos pueblos antiguos, que no conocieron otro ocio que procrear y viceversa, por compensar, digo yo, y evitar así un excesivo aumento demográfico en la zona. La cosa les fue bien porque les dieron para el pelo a los reyes de Sodoma y Gomorra, ciudades infestadas de pecadores contra el Señor. Pero cometieron un error. Se llevaron prisionero a Lot, sobrino y compinche de Abrán. Y eso si que no, que Abrán es el ojito derecho del Señor Dios. Cuando la noticia llegó a oídos de Abrán, éste, con ese temperamento que caracteriza a los personajes de este libro y que yo supongo sea hereditario, preparó un ejército con trescientos dieciocho valientes y, con nocturnidad y rapidez, devolvió las cosas a su sitio y a su sobrino a casa. Los reyes de Sodoma y Gomorra, naturalmente, quedaron muy agradecidos y el de Sodoma le dijo así:
”Bendito seas, Abrán del Dios altísimo, que creó el cielo y la tierra, y bendito sea el Dios altísimo, que ha puesto en tus manos a tus enemigos. Devuélveme las personas y toma para ti los bienes. Abrán le respondió: Juro mano en alto, al Señor que creó el cielo y la tierra: Yo no tomaré nada de lo que es tuyo, ni tan siquiera un hilo, ni una correa de tu zapato. Así no podrás decir. Yo he enriquecido a Abrán. Para mí nada.”
Y se quedó tan ancho el amigo Abrán. No sé qué opinará el Faraón de Egipto de esta repentina nobleza que inunda el corazón de Abrán, que no quiere ovejas, ni camellos, ni siervos, ni nada de lo que con tanta alegría se llevó de Egipto hace dos capítulos.
¿Y los cuatro reyes? A lo mejor después de meter en cintura a los de Sodoma y Gomorra, pecadores impenitentes contra el Señor, se esperaban que el Señor Dios se lo tuviera en cuenta, pero no, el Señor Dios está con Abrán.
PACTO DEL SEÑOR CON ABRÁN.”No temas, Abrán, yo soy tu escudo. Tu recompensa será muy grande.”
¿Todavía más grande? Hay que ver el cariño que le tiene el Señor Dios a este hombre.
“Abrán respondió: Señor Dios, ¿Qué me vas a dar? Yo estoy ya para morir sin hijos, y el heredero de mi casa será ese Eliécer de Damasco. No me has dado descendencia, y uno de mis criados será mi heredero. Entonces el Señor le dirigió la palabra y le dijo: No, no será ese tu heredero, si no uno salido de tus entrañas…Aquel día el Señor hizo un pacto con Abrán en estos términos: A tu descendencia doy esta tierra, desde el torrente de Egipto hasta el gran río, el Éufrates.”
De pacto se nos habla aquí. Entre el Señor Dios que todo lo puede, y Abrán, que todo se lo cree, ya viejo y sin herederos. Y habiendo en la tierra cientos de jóvenes sanos, en edad de procrear sin necesidad de milagros, el Señor Dios, que gusta de mostrar su inmenso poder, escoge a este par de ancianos para realizar su pacto y dar a su descendencia la tierra que va desde el torrente de Egipto hasta el gran río Éufrates. Y los que, hasta entonces, vivieran en tan lindo lugar no le importan a nadie y seguramente tendrán otra versión de este milagroso pacto. Milagroso por tratarse de dar descendencia a un anciano que tiene por mujer a Saray, una hembra estéril. Porque Saray era estéril. Vaya, que cosa, en una mujer tenía que estar el fallo.
NACIMIENTO DE ISMAEL. “Saray, la mujer de Abrán, no le había dado hijos, pero ella tenía una esclava egipcia llamada Agar…Saray tomó a Agar, su esclava egipcia y se la dio por mujer a Abrán, su marido. Abrán tuvo relaciones con Agar, la cual concibió; y cuando se vio encinta, miraba con desprecio a su señora…Yo puse a mi esclava entre tus brazos, y ella, al verse embarazada, me mira con desprecio ¡Que el Señor juzgue entre nosotros! Abrán respondió a Saray: Mira, tu esclava está en tus manos; haz con ella lo que mejor te parezca. Saray la maltrató y ella se escapó.”
Creo que el verdadero milagro está en la generosa conducta de Saray que, viendo peligrar la realización del milagro, no dudó en ceder su lugar en el lecho conyugal a su esclava egipcia. A todo esto, Abrán ni palabra, que no es de buena educación rechazar regalos y menos si la voluntad del Señor Dios anda por medio. ¡Ojo! Que Abrán está cumpliendo la voluntad de su Dios y su parte en el pacto, nada que ver con la conducta de un viejo verde y lascivo que gusta de retozar con jovencitas extranjeras de carnes prietas y firmes. Esto, en un patriarca, no cabe. Fue un acto puro de inseminación, limpio y noble, en el que para nada se dio lugar a la intervención de Satanás.
Todos sabemos ya que, a pesar de los planes que el Señor dispone, las mujeres improvisan sobre la marcha los suyos propios según sus sensaciones y arrebatos, y esto no parece que estuviera así previsto en las especificaciones de fabricación, más bien parece que la mujer, por su cuenta y riesgo, las ha ido desarrollando, practicando y mejorando a lo largo de la historia. Por otra parte el amigo Abrán, fiel a su muy particular filosofía, se escabulle del asunto permitiendo que Saray maltrate a su esclava. ¿Y la semilla que amorosamente depositó en el vientre de la obediente esclava? ¿Y si por culpa de un mal golpe se malogra el embarazo? ¿Y si sufriera malformaciones el feto? ¿Y si naciese el niño idiota? Que no sería extraño teniendo el padre que tiene.
Es natural que más tarde, cuando Agar dio a luz a Ismael, el Señor Dios dijera de él:
“Será un potro salvaje; su mano será contra todos y la de todos contra él. Vivirá en contra de todos sus hermanos.”
Lo que me temía
EL PACTO Y LA CIRCUNCISIÓN.”No te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque yo te constituyo padre de una multitud…Este es el pacto que guardareis entre yo y vosotros, y tu descendencia después de ti: Todos los varones serán circuncidados. Circuncidareis vuestro prepucio, y esta será la señal del pacto entre yo y vosotros… Saray, tu mujer, no se llamará más Saray; su nombre será Sara. Yo la bendeciré y te haré tener de ella un hijo. Yo la bendeciré, y de ella nacerán pueblos y saldrán reyes. Abrahán cayó rostro en tierra y se puso a reír diciéndose a sí mismo: ¿A un hombre de cien años le podrá nacer un hijo, y Sara a los noventa años podrá ser madre?”
Eso mismo me preguntaba yo y también a mí me da la risa. Sin embargo la risa importante aquí es la que le da a Abrahán. Que aquí no se había reído nadie, y menos de una ocurrencia del Señor Dios. Que, en un repente, te borra esa risa de la cara con un fogonazo de azufre y adiós patriarca.
Por si acaso la vida podía resultar monótona en aquellos tiempos, ya el Señor Dios se encarga de improvisar pactos y sellarlos de manera rocambolesca. Lo primero a cambiarse el nombre para que suenen más bíblicos y menos gallegos. Además, después del enorme disgusto que tuvimos con las esclava egipcia, que a punto estuvo de costarnos la separación de un matrimonio ya mayor, ahora resulta que si el Señor quiere, puede obrar el milagro y darle un hijo a Sara, anciana estéril. ¡Qué bárbaro!
Esto es un pacto y hay que sellarlo. ¿Cómo? Cortándose una rodajita de la piel que recubre el glande. ¿Pero a quién se le ocurre? ¿Es que no había otro sitio de dónde cortar? ¡Hombre, por favor!
Al Señor Dios, al parecer, solo le interesa pactar y reconocer a los varones del pueblo elegido. De las hembras ni palabra. Estas es indiferente de que pueblo sean. Son hembras, concebidas y dispuestas para albergar en su vientre la semilla del varón y punto. No sé si esto pudiera ser privilegio porque todas son tenidas por elegidas, sean del pueblo que sean, o desprecio porque, sean del pueblo que sean, sirven para procrear y hacer tortas de pan. A mí me huele a lo segundo.
En este caso concreto/ beneficio han obtenido/ de esta ambigua condición/ pues no quiero imaginar/ de dónde habría que cortar/ conociendo al Señor Dios.
Sin embargo y a pesar de todos estos detalles que, en este libro, apuntan hacia los varones como favoritos, el hijo del que han de nacer reyes y pueblos, que el Señor Dios prometió a Abrán, ése, tiene que nacer de Sara. Es decir, que el Señor Dios quiere la perpetuación por línea materna. Los hijos engendrados por esclavas gustosamente cedidas, y yo supongo que gustosamente aceptadas (Gustosamente= Con gusto), esos no sirven. No importa si la hembra en cuestión tiene noventa años. Los milagros están para hacerse.
Ya sé que eran entonces otros tiempos y que otro, más instruido que yo, analizaría el libro con una cierta perspectiva. Perspectiva que los entendidos y doctores usan cuando les conviene y les viene bien y olvidan cuando les parece peor. Si se habla de un Dios todopoderoso, todo sabiduría y amor, el paso del tiempo no es disculpa. O se es, o no se es, mi querido Señor Dios.
No sabría decir desde que párrafo o capítulo pero algo está cambiando en este libro. Me da la sensación de que este Señor Dios se nos está transformando, está evolucionando, sus planteamientos se me empiezan a parecer sospechosamente a los planteamientos humanos. Sus reacciones, sus expectativas y hasta sus objetivos empiezan a resultarme familiares. No sé, creo que está perdiendo ese halo de divino creador en favor de los intereses a los que se debe el escribiente. A mí, este Señor Dios, la verdad, no me gusta un pelo. Así es que, en adelante, haré menos por transcribir literalmente lo que en este libro figura, y que cualquiera puede leer adquiriendo un ejemplar de los muchos que hay a la venta, y más por relatarlo según mi criterio y entendimiento.
Sigamos pues.
LA APARICIÓN EN MAMBRÉ.”El Señor se apareció a Abrahán junto al encinar de Mambré, cuando estaba sentado ante su tienda en pleno calor del día. Alzó los ojos y vio a tres hombres de pie delante de él.”
Mambré es el nombre de un encinar donde Abrahán plantó su tienda, y allí se presentó el Señor Dios con otros dos amigos cuando más apretaba el calor. Y no quiero decir con esto que por hacer tantísimo calor, la aparición fuese fruto de las alucinaciones del hirviente cerebro de Abrahán. Abrahán se mostró hospitalario y muy atento con los visitantes y estos le recordaron su pacto y la intención de convertir a Sara en la madre más anciana de la humanidad. Ante semejante idea, a Sara, que amablemente preparaba tortas de pan, se le escapó la risa por entre los dos dientes que le quedaban y, aunque más tarde lo negó, Dios, que todo lo ve y todo lo oye, le dijo:”Si, tú te has reído.” Y parece cosa sin importancia pero en lo que llevo de Biblia, llantos, iras, odios, pecados y castigos los que quieras, pero risas ni una. Solo este matrimonio de ancianos parece verle la gracia al asunto este del pacto. El Señor Dios se largó con sus dos acompañantes en dirección a Sodoma, a poner las cosas en su sitio. Abrahán, que para las trifulcas tiene un sexto sentido, se largó con ellos, a repartir estopa. Todavía no hemos olvidado el diluvio y ya el Señor Dios tiene que volver a tomar medidas drásticas. Todas las creaciones del Señor Dios sobre la tierra pueden tenerse por maravillas, a excepción del hombre, el hombre no. Con el hombre el Señor Dios no acierta. Yo puedo ser un ignorante, prueba de que la perfección con la que nos creó no alcanzó a todos, pero aún desde esa ignorancia, puedo verlo. Con el hombre, el Señor Dios no acierta.
ABRAHÁN INTERCEDE POR SODOMA.”EL Señor dijo: Las quejas contra Sodoma y Gomorra son muy grandes, y su pecado, muy grave. Voy a bajar a ver si realmente han obrado o no según las quejas que han llegado hasta mí; lo voy a comprobar.”
Parece ser que por entonces el Señor Dios todavía estaba interesado en el mantenimiento de su obra. No se dice aquí cómo ni por qué cauces llegaron las quejas a sus divinos oídos, ni se da nombres de los chivatos. No se puede hoy decir lo mismo, que en los últimos dos mil años no se le ha vuelto a ver por el sitio, cosa que, por otra parte, es de agradecer, porque no quiero pensar siquiera en las dimensiones del castigo que nos estaremos mereciendo. Si para los tiempos de Noé ya correspondía un diluvio, a estas alturas no creo que podamos redimirnos con toda la galaxia en llamas. El Señor Dios va a aniquilar estas ciudades porque es muy grande la degeneración alcanzada en ellas por el ser humano, pero si tenemos en cuenta que el primero de los humanos, Caín, despachó a las primeras de cambio a su hermano Abel, no me parece tanta la degeneración.
Abrahán, el consentido del Señor Dios, abusando de la debilidad que por él sentía el creador se puso realmente pesado con salvar a Sodoma de la destrucción. Yo supongo que sería porque su sobrino Lot vivía allí, como ya sabemos. Pero el Señor Dios no encontró ni siquiera diez hombres justos por los que perdonar a la ciudad.
RECORDATORIO – Todos los comentarios de esta obra están hechos desde la ignorancia.

LA BIBLIA DE LOS LOCOS

Capítulo 3º
CAÍN Y ABEL.”El hombre tuvo relaciones con su mujer, la cual concibió, dio a luz a Caín y dijo: He tenido un hombre gracias al señor. Tuvo después a su hermano Abel. Abel fue pastor, y Caín agricultor. Pasado algún tiempo, Caín presentó al Señor una ofrenda de los frutos de la tierra. También Abel le ofreció los primogénitos más selectos de su rebaño. El Señor miró complacido a Abel y su ofrenda, pero vio con desagrado a Caín y su ofrenda. Caín entonces se encolerizó y su rostro se descompuso”
Teniendo en cuenta que Adán y Eva fueron creados, o formados, ya creciditos y listos para la reproducción, no sabemos si el asunto este de la coyunda les fue explicado por el Señor Dios, o si los dejó que aprendieran por su cuenta, como yo. Es natural que, después del desahucio, no tuvieran otro consuelo que darse cariño entre ellos, porque allí no había nadie más. El caso es que tenemos aquí dos hermanotes sanos y robustos, con todo un planeta a su disposición, que presentan sus ofrendas al Señor Dios. Y un Señor Dios que, sin que sepamos muy bien por qué, mira complacido a Abel y con desagrado a Caín. Es que los agricultores siempre han tenido mala prensa, y desde el principio de los tiempos parece ser. Es posible que sean algo brutotes y desconfiados, pero en aquel entonces no habían tenido tiempo ni para demostrarlo y claro, estas preferencias mal disimuladas solo traen rencores y envidias, y estos traen odios que luego acaban como acaban. No sé si será cierto eso de que esconde la Biblia mensajes cifrados, revelaciones secretas que solo los muy versados en la materia consiguen descifrar, el caso es que leyendo este capítulo yo no puedo dejar de imaginarme a Abel como un hombre alto, guapo, más bien rubio, de miembros proporcionados, mirada franca e inteligente y de buenos modales. A Caín, por el contrario, me lo imagino más bien chaparro, paticorto, de tez colorada, ojos hundidos y mirada esquiva, mal encarado y con una sola ceja de oreja a oreja. ¿De dónde me ha llegado a mí este mensaje? No lo sé, seguramente sean ideas preconcebidas por mi torpe cerebro. Por otra parte, es más que sorprendente que de los dos primeros humanos de pura cepa, Caín y Abel, porque sus padres no eran humanos, que los hizo el Señor Dios del polvo uno y de la costilla la otra, ya uno de ellos le cae mal al creador, ya ves tú. Al Señor Dios no le cae del todo bien el amigo Caín. Una vez terminada la trabajosa y sublime obra de crear el mundo no parece que al Señor Dios le agrade la dieta vegetariana que Caín le ofrece. Ha sido mucho el esfuerzo y ha de compensarse con algo de mayor sustancia y alimento, como los corderos de Abel. Yo pensaba que todo un Señor Dios misericordioso no podía tener sentimientos tan humanos, tan ruines diría yo, hacia los que son creación suya. Sigamos con la lectura.
“Caín dijo a su hermano Abel: Vamos al campo. Cuando se encontraron en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y le mató”
Esto se veía venir, se veía venir. Para ser Dios, yo lo veo falto de tacto. ¿Por qué dejar a Caín en mal lugar delante de su hermano facilitando las envidias y malos sentimientos? Si es un Dios que todo lo sabe y puede felicitar a Abel discretamente, tumbados a la sombra de alguna magnífica encina, mirando las ovejitas pastar mientras Caín se desloma bajo un sol de justicia labrando la tierra con su azadón, renegando de su perra suerte. Esto se nos va de las manos. Sobre la tierra, recién creada, tenemos una pareja de desobedientes y mentirosos, Adán y Eva. Caín, el primero de los nacidos de un padre y una madre, un asesino confeso. Y un cadáver, el de Abel. Aquí ya empieza a hacer falta un forense. Muerto Abel, que apuntaba buenas maneras, nuestra ascendencia es para hacer pocas fiestas y claro, tampoco se nos pueden pedir hazañas con semejante lastre en el expediente. Con estos orígenes no podía esperarse nada bueno. Seis días de intensa labor, creando aguas de arriba y aguas de abajo, creando tierra y firmamento, plantas y frutales, peces, reptiles, ganados, fieras, monstruos marinos, hombres, mujeres, de todo creó el Señor Dios pero no creó un vigilante. Un vigilante hacía mucha falta aquí.
Caín dijo al Señor:”Mi iniquidad es tan grande que no puedo soportarla. Tú me echas de aquí y tengo que ocultarme a tu mirada; errante y vagabundo andaré sobre la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará”. El Señor le dijo:” No será así; si alguien mata a Caín, lo pagará siete veces”.
A Caín le preocupa que alguien pueda matarlo pero ¿Quién puede matar a Caín? Como no lo maten su padre y su madre por desgraciado. Que yo sepa aquí no hay nadie más.
Puede pensarse también que todo esto no sea otra cosa que trucos de creador, para que parezca lo que no es y sea lo que no parece. Es decir, que teniendo el Señor Dios bien claro desde un principio que el hombre no había de descender de Abel, tan bellamente creado, si no de Caín el envidioso, por enriquecer el guión y conceder al hombre algún protagonismo, nos ha distraído con este drama fraterno y homicida. Pero claro, de ser así, no es amor y bondad lo que me inspira a mí el Señor Dios con este asunto de cargarse al bueno de Abel cuando ya su padre y su madre le habían cogido cariño. Eso sí, desconcertante, el Señor Dios es bien desconcertante. Podría pensarse, esperarse y hasta sospecharse un castigo de tomo y lomo para el amigo Caín, no olvidemos que estamos hablando del primer homicidio en la historia de la humanidad, con agravantes de alevosía y premeditación, y estas cosas han de cortarse de raíz, pero, y esto no hay razonamiento humano ni divino que lo explique, ni un pelo se le puede tocar al homicida. Andará errante y vagabundo por el mundo, seguramente con algún circo, y ya veremos si cómo trapecista llega más lejos que cómo labrador. Si ya en el principio de los tiempos tenemos enigmas semejantes, no me extraña que cinco mil años después necesitemos ocho enfoques, y pastillas para el dolor de cabeza, si queremos entender algo.
Yo empiezo a no creerme ni una letra. ¿Cómo puede ser que a todo un Señor Dios, capaz de crear obra tan sublime, le estén desmantelando el mundo entre tres desgraciados y una culebra?
LOS CAINITAS.”Caín se alejó de la presencia del Señor y habitó el país de Nod, al oriente de Edén. Caín tuvo relaciones con su mujer, la cual concibió y dio a luz a Henoc…”
¿Con su mujer? ¿De dónde ha salido esta hembra? Esta inesperada aparición de una hembra descontrolada sugiere improvisación por parte del escribiente, quien quiera que fuese, que escribió este capítulo. Así es difícil tomarse en serio un libro que es tenido por palabra de Dios. Bien está que haya que creerse, a base de mucha fe, que se hizo el mundo en siete días con todo lo que lleva dentro, pero si también las matemáticas empiezan a fallar aquí, no hay enfoque que lo soporte. El Señor Dios había creado ganado, fieras del campo, bestias, reptiles, plantas, y un montón de cosas más, pero en ningún sitio se dijo que formara más mujer que Eva. Lo raro es que habiendo otra mujer por esos andurriales, en este libro, no le echen la culpa de lo de Abel. Porque yo no me creo que, así por las buenas, Caín matara a su hermano de un estacazo. Ahora, si hay una mujer de por medio, la cosa cambia. Esto, supongo yo, es un relato figurado con intención de explicar lo que no tiene explicación, con intención de poner orden donde solo ha habido caos, o con otra intención ¿Qué intención? ¡Otra!
LOS SETITAS.”Adán tuvo de nuevo relaciones con su mujer, y esta dio a luz un hijo, a quien puso por nombre Set, porque Dios, dijo, me ha dado otro descendiente en lugar de Abel, al que mató Caín”
A ver si con este tenemos más suerte porque, con Abel muerto y Caín en el destierro, la vejez de Adán y Eva, los únicos manufacturados directamente por el Señor Dios y que tan alto apuntaban, pinta de lo más penosa. Por suerte para todos Caín anda lejos de aquí, errante y vagabundo, y Set podrá criarse sin tener que vigilar su espalda.
DE ADÁN A NOÉ.”He aquí la lista de los descendientes de Adán…”
Este capítulo, que nos transporta en el tiempo desde Adán hasta Noé, es una maraña de hijos, nietos, primos, suegros y consuegros que parece letanía de aldeano bien informado, de esos que podemos encontrar en cualquiera de nuestros pueblos, controlando las idas y venidas de toda persona o vehículo que se mueva. Informando de los mejores itinerarios, de la historia de personas y familias enteras y de sucedidos y acontecimientos que hayan tenido lugar en los últimos tres siglos. Una sola pregunta. ¿Sabría usted, buen hombre, dónde vive Juan Manuel? Y todo su conocimiento es puesto al servicio de la respuesta: -Sí hombre sí, Juanín, el hijo de Eusebio, que está casado con la prima de Pascual, el hijo de doña Matilde. Que vivieron muchos años en la casona de Don Demetrio, el médico. Aquel sí que era un buen médico y mejor persona, que si no llega a ser por él, a Ernestín, el del barrio de abajo, lo meten en la cárcel cuando le dio la pedrada al conductor del coche de línea. Dicen que cuando se retiró dejó a la paisana y se lió con esta otra, con la viuda de Don Anselmo, el practicante, que tenía un capital fuera de serie, que lo amasaron con el estraperlo después de la guerra. Anda que no hicieron perras… Y así, sin respirar, nos coloca la historia en Noé, nieto de Matusalén, aquel que vivió tantos años, que estuvo casado con…
HISTORIA DE NOÉ CON DILUVIO Y TODO.”Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron por esposas las que más les gustaron”
Ya empieza a ser costumbre en este libro, bien fea por cierto, aludir, de sopetón y por las buenas, a personajes y asuntos de los que no teníamos conocimiento ni sospecha, y seguir con el relato como si tal cosa. Se nos viene el diluvio encima por nuestra gran maldad, y sería cierto no lo niego, pero esto de los “hijos de Dios” de flor en flor, llevándose las hijas de los hombres, las que más les gustaban, no ayuda nada. Pero nada.
Los hijos de Dios y como hijos de Dios se quedaron con las mujeres que más les gustaron. No sé de dónde salieron estos invitados a la creación tan sedientos de bellas mujeres. Si eran hijos de Dios y podían escoger las más hermosas mujeres, también podían haberle echado una mano a su padre y evitar el carnaval en que se está convirtiendo la gran obra. Dudo mucho de la información que tenía el que escribió todo esto. Parece ser que en el principio, cuando la tierra era soledad y caos y las tinieblas cubrían el abismo, el Señor Dios no había estado tan desocupado como yo creía, que ya tenía unos cuantos hijos, que aquí lo dice bien claro.
“El Señor dijo: Mi espíritu no permanecerá por siempre en el hombre porque es de carne. Sus días serán ciento veinte”
Pues haberlo hecho de p v c, que no se pudre. Parece ser que el Señor Dios está algo desencantado con haber creado al hombre a su imagen y semejanza así es que, se acabó el vivir seiscientos, setecientos o mil años. Ciento veinte y listo, a excepción de Noé, que pudo vivir novecientos cincuenta años, por lo que supongo que enterró a todos sus bisnietos.
“Al ver el Señor que la maldad de los hombres sobre la tierra era muy grande y que siempre estaban pensando en hacer el mal, se arrepintió de haber creado al hombre sobre la tierra, y con gran dolor dijo: Exterminaré de la superficie de la tierra al hombre que he creado, hombres y animales, reptiles y aves del cielo, todo lo exterminaré, pues me pesa haberlos hecho. Pero Noé encontró gracia a los ojos del Señor”
Sí, va a ser mejor mandarlo todo a la porra que andar parcheando aquí y allá, porque se está desgobernando todo de una forma y manera que más que un Dios todopoderoso hace falta uno todo-paciencioso. Ahora bien, condenar al exterminio, por causa del hombre, a todo ser viviente, me parece excesivo. ¿Qué culpa tienen los animales, a excepción de la serpiente, de que el hombre le saliera tan pérfido y desobediente? ¿Qué culpa tiene una vaca, que pasa sus días pastando pacíficamente la verde hierba, la transforma en leche, la almacena en sus grandes ubres y regala nuestros paladares con su blanca y energética producción? Si la peor maldad que una vaca ha cometido en su vida es espantar moscas con el rabo y estas, las moscas, ya saben el riesgo que corren al revolotear por los alrededores de ciertos orificios. ¿Qué culpa tiene una linda paloma paseando su barriga, ahora en dirección norte, ahora en dirección oeste, ahora voy, ahora vengo y me doy la vuelta y vuelvo a venir? Tal vez en un vuelo rasante, incapaz de contener su esfínter y apurada por la desgraciada ingestión de una fruta en mal estado, se vio en la vergonzosa situación de aliviar su vientre sobre otro ser vivo que la fatalidad colocó en el blanco. No, decididamente no hay razón para incluir en el castigo exterminador a todos estos seres que inocentemente pululan por el planeta. Tiempo después, con más calma, el Señor Dios aminoró el castigo.
“Noé era un hombre justo, íntegro, y entre sus compañeros seguía los caminos de Dios. Engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. La tierra estaba corrompida delante de Dios y toda llena de violencia…Dios dijo a Noé: He decidido acabar con todo ser viviente, porque la tierra está llena de violencia por causa de los hombres. Voy a exterminarlos a todos ellos juntamente con la tierra. Hazte un arca de maderas resinosas…Yo voy a enviar sobre la tierra un diluvio de aguas para destruir a todo ser viviente que hay bajo el cielo. Todo cuanto hay sobre la tierra morirá. Contigo, en cambio, estableceré un pacto: Entrarás en el arca tú y tu mujer, tus hijos y sus mujeres. De todos los seres vivientes meterás contigo en el arca una pareja de cada especie…”
Este Noé, todo un ejemplo, justo, integro dice aquí y que se hace difícil de creer después de lo visto, fue quien nos libró de desaparecer del planeta y agradecidos debiéramos estarle humanos y bestias, que todos tuvimos cabida en el arca salvadora. No pudo el Señor Dios exterminarnos, a pesar de su monumental enfado y de que razones no le faltarían, no pudo, había en su corazón lugar para apiadarse aunque solo fuera de una parejita de cada. Es muy duro exterminar y destruir todo aquello en lo que has puesto la más grande ilusión, desterrar la esperanza, renunciar a todo. Muy duro.
“Era el año seiscientos de la vida de Noé, el día diecisiete del mes segundo, cuando irrumpieron todas las fuentes del abismo y se abrieron las compuertas del cielo. Y la lluvia cayó sobre la tierra por espacio de cuarenta días y cuarenta noches…Todo lo que tiene hálito de vida en sus narices, todo lo que habita la tierra seca, todo pereció. Todos los seres vivientes sobre la superficie de la tierra fueron exterminados; hombres y bestias salvajes, reptiles y aves del cielo desaparecieron de la tierra. Únicamente quedó Noé y los que estaban con él en el arca. La inundación de las aguas sobre la tierra duró ciento cincuenta días”
Desde luego, además de las obras del Señor Dios, también impresionan los castigos. Que, cuarenta días con sus noches con las compuertas del cielo abiertas y las fuentes del abismo sin parar, son mucho tiempo, mucho agua. Dice aquí que solo Noé y los del arca se salvaron, que perecieron todos los seres vivientes sobre la superficie de la tierra. ¿Y los peces? ¿También los peces perecieron? Porque no parece lógico que mueran los peces por causa del agua. ¿Acaso estaba el agua envenenada? ¿O es que por alguna desconocida razón el castigo no iba con ellos?
El caso es que las aguas permanecieron cubriéndolo todo durante ciento cincuenta días. Son muchos días para pasárselos recluidos en un arca de ciento cincuenta metros de largo por veinticinco de ancho y quince de alto, toda llenita de animales de todas las especies que pueblan la tierra, que yo creo que no caben, con sus graznidos, mugidos y rugidos, y lanzando al exterior, cada día, toneladas de excrementos. Me atrevo a imaginar que la situación era insostenible. Desde otro punto de vista, si tenemos en cuenta que Noé había vivido ya seiscientos años, para él, ciento cincuenta días vienen a ser tres semanas de las nuestras.
Creo además que, aún sin los animales, habría sido bien difícil la convivencia en el arca. Tres nueras juntas en un arca, con ciento cincuenta días para analizar, estudiar, comparar y juzgar a los hermanos, cuñadas y padres del que tienen por marido…Ciento cincuenta días para demostrar a su hombre que no es valorado por los suyos como él se merece. Ciento cincuenta días de letanía machacona. –Que a ti no se te tiene en cuenta. -Que tus hermanos siempre se salen con la suya. – A ti no te escucha nadie. –Mira tu cuñadita, siempre en el mejor catre. –A ti siempre te toca limpiar las mierdas. –Yo no tengo por qué aguantar caras de asco de las pedorras de cuñadas que tienes. –Tú podrías llevar este barco solo, pero te apoquinas. –Que mira que tu padre ya está mayor –Parece que no tienes sangre en las venas. –Pero a mí no, ¡eh! A mí esta familia tuya no me torea…
Tres nueras, ciento cincuenta húmedos días, en un arca. No sé si realmente hemos valorado en lo que vale la hombrada de Noé y esposa. No sé.
“Noé levantó un altar al Señor y, tomando de todos los animales puros y de todas las aves puras, ofreció holocaustos sobre él. El Señor aspiró el perfume agradable y se dijo: No maldeciré más la tierra por causa del hombre, porque los impulsos del corazón del hombre tienden al mal desde su adolescencia”
No hay nada que no pueda resolverse con una buena barbacoa y buena voluntad, aunque el amigo Noé debería andarse con tiento a la hora de asar pollos, que con esto del diluvio tenemos los justos para repoblar. Porque yo supongo que estas aves puras para el holocausto las habrían metido en el arca a mayores de las parejitas correspondientes. No quiero imaginar que lo primero que hiciera Noé después del diluvio fuera la extinguir un par de especies.
“Jamás volveré a castigar a los seres vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra, sementera y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche no cesarán más”
Bueno, también nos habríamos arreglado sin el frío, el invierno y la sementera. En fin que el Señor Dios no nos va a castigar más con semejante chaparrón, aunque sea nuestra conducta abominable y nuestro paso por la tierra una maldición. No sé qué dirán de esto los habitantes del planeta que se quedan sin casa dos veces al año por culpa de huracanes y riadas. El resto podemos apreciar en el presente que el Señor Dios está cumpliendo su promesa, a pesar de que nunca pudo imaginar lo lejos que el hombre podía llegar innovando en el apasionante mundo del mal y la barbarie. Demasiado confiado. ¿No?
Simple comentario, sin ánimo de juzgar: ¿Así es como creó Dios el mundo? Vaya una manera de complicar su pacífica existencia. Los hombres le salieron rematadamente desobedientes, las mujeres con demasiada iniciativa, la serpiente impresentable, Adán medio tonto, Eva una mentirosa, Caín un asesino. ¿De dónde se puede deducir que Dios es perfección? ¿De la creación de las bestias campestres? ¿Qué sería de nosotros si también las bestias hubieran comido del árbol prohibido?
En el principio, según se decía en este mismo libro, la tierra era soledad y caos y las tinieblas cubrían el abismo; y el espíritu de Dios aleteaba por encima de las aguas. Ahora, en tiempos de Noé, tenemos luz, y tarde y mañana, pero el resto a mí se me parece bastante.
Si es este libro una explicación ¿Qué es lo que explica? ¿A quién le queda claro? ¿Es que quien lo escribió entendía algo, fumaba hierba? ¿Qué fue del árbol prohibido? ¿Podríamos nosotros hacernos con un injerto?
Podría estar haciendo preguntas seis días y el séptimo descansar.
Lo sé, nada hay más triste, que cause más sonrojo que una persona, en este caso yo, intente razonar sobre aquello para lo que no está preparada. Una mente simple, sin cultivar, esperando captar con sus cavernícolas razonamientos un mensaje destinado solo para sabios. Espero con impaciencia el momento en que alguno de estos sesudos personajes que todo lo entienden, que estudian, manejan y comprenden el significado todo de la santa Biblia, decidan rescribirla con explicaciones al margen para los que, ignorantes como yo, no acabamos de ver la mano de Dios en todo esto y nos perdemos en lo literal. Espero que alguno de estos sabihondos, o todos, decidan contar la verdad y exculpar a Dios, si es que lo hay, de toda esta mascarada. La simple y pura verdad de que lo escrito en este libro no tiene que ver con otro Dios que el hombre. El hombre y su afán de poder, de dominio, de propiedad. El hombre y sus miserias. El hombre creado a imagen y semejanza de un Dios; la estupidez. Yo siempre he pensado que, después del diluvio, el Señor Dios nos creyó extinguidos y ya nunca más volvió por el sitio.
OTRA VEZ EN SUEÑOS.
En mi sueño acaba de terminar el diluvio. Las aguas han bajado y Noé sale del arca. Desde la montaña en la que encalló el arca, echa un vistazo a la tierra y se queda pasmado. Aquello que viene hacia él es un gorrino con botas de goma y gafas de sol. Adán, con aire campechano, camina monte arriba metiendo un curioso ruido con sus botas de goma llenas de agua. Cuando llega donde está Noé se quita las gafas y dice
-Así que tú eres el famoso Noé. Yo vengo hecho una sopa.
Noé está asombrado mirando al personaje y no es capaz de contestar.
-Menudo chaparrón eh? Voy a vaciar las botas que ya no puedo con ellas.
Por fin Noé es capaz de decir
-En seiscientos años que tengo no había visto llover así, ni nada parecido a ti. ¿Tú quién eres? ¿Cómo es que sigues vivo?
Adán le contesta. -Sería muy largo de contar. Yo soy Adán. Yo ya estaba aquí cuando el tipo este empezó las obras. Mucho antes de eso yo ya me pasaba la vida chapoteando en la charca. Por eso el agua no me molesta demasiado. Y sigo vivo porque no tengo nada que ver con este asunto entre los hombres y Dios. Es un buen tipo, a mí me regaló las gafas de sol y las botas, pero hay que andarse con cuidado, nunca se sabe muy bien qué es lo que está tramando. A ti, por lo menos, ya te había avisado del chaparrón este, y a mí me da lo mismo, yo me seco las botas y listo, pero al resto creo que se los ha llevado por delante. ¡Menudo genio!
Noé lo mira con asombro, perplejo con lo que Adán dice y habla de su Señor Dios mientras vuelve a ponerse las botas, se quita las gafas y pasea alrededor del arca, estudiando detenidamente la embarcación de la que ha salido Noé. Mientras, Noé, lo sigue con curiosidad, no acaba de creer que aquella criatura siga tan campante después del diluvio que, se supone, ha exterminado a todo ser vivo que no sea él y sus acompañantes en el arca. Adán lo mira y dice.
–Tienes un buen jaleo ahí adentro con tanto bicho.
– No me hables -contesta Noé –No puedes imaginarte qué temporadita llevamos ahí dentro.
– Todo sea por salvar el pellejo. Dice Adán.
– Pues no creas que ha sido fácil.-Dice Noé – que ahí dentro hay bichos que muerden, otros embisten sin aviso, los hay de picadura mortal, una odisea. Estamos vivos de milagro.
– Y nunca mejor dicho. Asiente Adán
– El Señor – dice Noé levantando la vista al cielo – está con nosotros. A su misericordia le debemos el estar aquí ahora.
– Desde luego – contesta Adán – esto del aguacero sí que ha sido cosa suya, ahora, misericordia, no sé yo si se le puede llamar. Y mientras decía esto limpiaba sus gafas en la túnica que Noé llevaba puesta.
– Era mucha la iniquidad entre los hombres – continua Noé – y el maligno gobernaba sus corazones. Si quieres algún trapo, ahí dentro tengo paños para limpiar eso que traías en los ojos.
No, no te preocupes. – Contesta Adán. – Ya veo que has estado escuchando a tu Señor Dios pero, para mi gusto, lo veo demasiado aficionado a la tabla rasa y a las medidas radicales. No te creas todo lo que dice. Yo conocí a tu abuela Eva. Nos corrimos algunas juergas cuando el tipo este la echó del paraíso. Una mujer estupenda, sí señor. – Adán se queda pensativo unos segundos y concluye – lo que te digo, demasiado radical para mi gusto, un temperamento algo voluble.
Noé escuchaba todo esto y miraba al horizonte, donde las aguas se retiraban lentamente y descubrían un planeta de desolación y cadáveres, ya sin ser vivo alguno que pudiera causar enojo al Señor Dios.
– Ahí tienes – le dice Adán –sin pecadores, todo para ti. Es una pena que no haya quedado nadie. Había gente interesante en esta fanfarria, ahora creo que te vas a ver un poquito solo.
– Mi Señor lo ha querido así. Contesta Noé mientras va recogiendo la poca leña húmeda que hay a su alcance. La envuelve en una especie de yesca que saca de su túnica y se dispone a encender un fuego sin dejar de murmurar alabanzas al Señor Dios.
– Hombre- dice Adán. –Si vas a preparar algo, yo si me apuntaría a un bocadito.
– No es para comer. Contesta Noé. –Es para hacer ofrendas a mi Señor.
– Bueno, entonces me voy, quiero ver cómo ha quedado la obra después del aguacero. No quiero andar por aquí cuando soltéis esa recua y aparezca el tipo este con sus órdenes.
Adán se encasqueta las gafas, saluda a Noé con su pezuña, como lo haría un soldado perezoso, y se va monte abajó por donde había llegado, dejando a Noé restregándose los ojos, intentando saber si es verdad o alucinación el gorrino con gafas de sol y botas de goma que ve alejarse silbando entre dientes.